inicio   último número   archivo   normas editoriales   convocatoria   créditos

Adrianna Tomasello, '16


La muerte de mi abuelo

     Recibí la llamada mientras estaba en clase en un jueves por la tarde. Después de la clase oí el mensaje de voz de mi padre, escuchando en el tono de su voz lo que no estaba diciendo: que mi abuelo había muerto. Ansiosamente llamé a mi papá sólo para confirmar mi mayor miedo. Rápidamente encontré a mi hermana y nos consolamos la una a la otra mientras llorábamos por la noticia. Si yo no hubiera tenido a mi hermana allí para consolarme en ese momento, no sé lo que hubiera hecho. Nunca antes me había sentido así. Fue la primera vez en mi vida que experimenté la angustia, y no fue fácil. Para aliviar el dolor, mi hermana y yo fuimos a la iglesia para rezar por nuestro abuelo.

     En medio de mi agonía, me di cuenta de que no podía estar enojada con Dios por alejar a mi abuelo de mí y de mi familia. Él vivió una vida de 89 años llenos de felicidad rodeado por su familia amorosa. Por la gracia de Dios, él también murió en paz, rodeado de su amada esposa, los hijos y las hijas. Tuvimos la fortuna de saber que su muerte era inminente. Esta información nos permitió a mí y a mi hermana volver a casa para pasar un último día con él en el hospicio. Cuando llegó el momento de decir adiós, yo sabía que ésta sería la última vez que vería a mi abuelo vivo. Aunque casi no podía hablar ni abrir los ojos, sabía que podía oírme cuando le dije mi último adiós, porque apretó mi mano. Este pequeño gesto fue tan poderoso que quedará en mi memoria para siempre.

     Aunque el proceso de su funeral y entierro fue sin duda la cosa más difícil que he tenido que pasar en mi vida, el apoyo de mi familia alivió el dolor para todos nosotros. Pasamos los días siguientes reuniendo fotos viejas y compartiendo buenos recuerdos de mi abuelo. Mi hermana y yo escribimos un elogio por su funeral. Aunque era difícil traducir mis sentimientos en palabras, tener el privilegio de reflexionar sobre la grandeza de mi abuelo era un sentimiento poderoso. Al mismo tiempo, mantener los buenos recuerdos se hace difícil cuando uno se da cuenta de que, a partir de ahora, sólo verá a su ser querido en fotos y vídeos. Después de las ceremonias, la realidad nos golpea. Aunque mi abuelo no está físicamente con nosotros, sigo sintiendo su presencia. Cuando escucho la música de Frank Sinatra, su cantante favorito, vuelvo al salón de mis abuelos y allí está él, tomando una siesta en el sofá. Estoy de vuelta en la cocina, sentada al lado de mi hombre favorito, y él me llama su "ángel muñeca" mientras pide un ginger ale. Me siento muy afortunada de haber tenido diecinueve años llenos de recuerdos con mi abuelo, quien me enseñó sobre lo que realmente importa en la vida. Ahora sólo puedo esperar vivir una vida de la que él estaría orgulloso.

¤ ¤ ¤

     Debe trabajar más para no repetir ciertas palabras e ideas en los mismos párrafos. Evitar las repeticiones le hará ganar concisión y, por tanto, fuerza narrativa. (Este defecto sale a flote, sobre todo, en el primer párrafo).
     Debió dedicar por lo menos un párrafo a mostrarnos al abuelo a través de ciertas acciones que lo retrataran y definieran. En algún momento nos muestra a su abuelo enfermo, pero hubiera sido conveniente que también nos dejara ver cómo era el personaje cuando estaba saludable.
     Tiene sensibilidad para contar historias.




vol. 11 (2014)
vol. 11 (2014)
© 2014 · fósforo
narrativa  ·  poesía  ·  partitura  ·  traducción  ·  fotografía  ·  ensayo
Department of Spanish   ·   College of the Holy Cross
   ·  contact   ·   about this site