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Sophia Grammenos & Kelsey Harmer '09


La línea borrosa entre idiomas
Dos auxiliares en España, dos experiencias diferentes, una lección parecida

     Después de graduarse de Holy Cross en mayo de 2009, Kelsey y Sophia pasaron el verano esperando noticias de sus plazos como auxiliares de inglés en España. Al finales del verano, tuvieron los billetes listos para ir a España - Kelsey enseñaría en la península, en Murcia, y Sophia enseñaría en una isla, en Mallorca. Con ganas de perfeccionar el español mientras enseñaban inglés, se marcharon de los Estados Unidos dejando a sus padres en una condición de preocupación parecida a la de cuando entraron en la universidad por primera vez en 2005. Ambas chicas estaban emocionantes para conocer España, a su gente y su idioma, pero la experiencia de conocer España no ha sido lo que esperaban. España no es un lugar con una cultura e idioma, sino una mezcla de estas cosas.

     Desde el primer momento en Mallorca, Sophia se ha encontrado entre una mezcla de idiomas y al mismo tiempo, perdida dentro del catalán. Mallorca tiene dos idiomas oficiales y ha iniciado un programa de trilingüismo que consiste en mallorquín o catalán, castellano e inglés. El tema de lenguas y el hecho de que España tiene más que una, es muy importante en Mallorca.

     Al entrar en la escuela por la mañana, Sophia saluda a algunas profesoras con "Bon dia!", a otras profesoras con "¡Buenos días!", y a los estudiantes con "Good morning!". Las conversaciones entre los estudiantes están en castellano y catalán, a veces usan los dos idiomas en la misma conversación. Los niños pequeños mezclan las dos lenguas sin darse cuenta porque todavía no tienen clara la diferencia entre ellos. Los profesores se hablan normalmente en catalán (o mallorquín), mientras que el inglés es el idioma que aprenden todos en la escuela, como lengua extranjera.

     Para explicar a sus estudiantes las costumbres de Thanksgiving en los Estados Unidos, Sophia explicó como la carrera anual que se llama el "Turkey Trot" de su ciudad empieza enfrente del "city hall = ajuntamiento". Sus estudiantes empezaron a reír porque "ajuntamiento" es una mezcla del catalán "ajuntament" y castellano "ayuntamiento". La experiencia sirvió como una lección para Sophia de qué significa vivir en Mallorca, España. Ahora para ella el español no es solamente un idioma, sino una nacionalidad. La confusión entre los idiomas, de catalán y castellano, puso a Sophia en medio de un gran debate político que existe hoy en Mallorca. Hay gente que tiene miedo de la pérdida del catalán y los que no apoyan el uso de tanto catalán en las escuelas por ver el castellano como más útil. La unión de los idiomas en "ajuntamiento" muestra como la gente se pueden entenderse aun con líneas borrosas.

      "Can you please speak with an English (British) accent, it's easier for us to understand you that way", fue lo que le pidió un profesor de inglés a Kelsey durante sus primeros días en Murcia. El choque de esta pregunta mostró a ella que la gente no entendía la diferencia entre ser de los Estados Unidos o de Inglaterra. Con cuidado, Kelsey podía explicarle al profesor que hablar con un acento británico era algo extraño y difícil para ella y eso se quitará su papel como hablante nativa en el instituto. Además, usar un acento falso sería malo para los estudiantes, quienes deben acostumbrarse a diferentes maneras de hablar inglés.

      Aunque tiene un acento claramente americano, muchas veces las personas no saben de dónde viene Kelsey, sólo que ella habla inglés. Esto también lo pasa con Sophia en Mallorca. Las personas no se dan cuenta de la diferencia entre acentos americanos y otros acentos, sino piensan que todos son de Inglaterra. De una manera, los anglo-parlantes existen en un grupo, en vez de ser personas de diferentes países. Kelsey aprende de cómo los españoles ven a las personas que hablan inglés al ocupar la zona borrosa entre las diferentes formas de habla inglesa. Para ellos, las costumbres de Inglaterra son los costumbres de los Estados Unidos, y por eso todos los "ingleses" son iguales.

      También, en sus primeros días en Murcia, Kelsey aprendió rápidamente a entender la jerga y palabras inventadas por sus estudiantes. Después de recibir las miradas iniciales de ser la nueva profesora, Kelsey tuvo que pensar rápido para entender lo que decían sus estudiantes. "Eh, ¡Acho! Mira la nueva maestra. " Bueno, "acho" es corto para "muchacho", que los estudiantes añaden después de cada frase como si fuera puntuación. Ella sabía lo que era castellano del norte, pero el castellano del sur o sea el murciano era algo distinto. Se encontró a sí misma en una situación donde el castellano "puro" ya no valía, y ahora tenía que aprende rlas frases, costumbres, lengua, y gente del sur.

      Aunque viven en el mismo país, España, Kelsey y Sophia se encuentran en medio de culturas distintas a sus propias regiones. Sophia está aprendiendo la importancia de ser consciente de la importancia de la palabra "español" y qué significa para la gente de Mallorca decir que una persona es española. Kelsey representa la imagen común de cómo algunas personas ven anglo-parlantes, como un grupo uniforme. La lección para ellas es lo mismo, aprender un idioma y cultura no es algo fijo ni estricto, sino algo que cambia con el tiempo y requiere sinceridad y adaptabilidad. Además, la experiencia en el extranjero ha mostrado que no hay manera de predecir la experiencia en un lugar solo porque lo han estudiado.

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Las líneas borrosas
"Dove stai andando?

      La oración musical sonaba en el aeropuerto Fiumicino a las dos de la tarde. Parecido al español, pensamos. Es lo que todos ya nos habían dicho antes de nuestro viaje, "Vas a entender a la gente. El italiano es como el español," o, "A los italianos les encantan practicar el español con los españoles…es que tenemos una relación especial…somos muy similares."

      Fuimos en tren desde el aeropuerto hasta la estación Termini. Esperábamos una ciudad impresionante y espectacular, y teníamos confianza en que nuestro dominio del inglés y español nos podría salvar de cualquier situación en la que pudiéramos encontrarnos. Pero como íbamos a descubrir, dos idiomas no eran suficientes en Roma.

      El primer enfrentamiento con el idioma italiano fue en el albergue. El dueño nos empezó a hablar en inglés y su acento pareció italiano pero con el otro dueño habló inglés e italiano. ¿De qué nacionalidad es el otro? ¿Italiano también?... nos empezábamos a calentar la cabeza. Al fin, ninguno de los dueños fueron italianos y fueron de países diferentes. Fue nuestro primer día en Roma y ya teníamos preguntas sobre los idiomas. Como estudiamos español en la universidad, ese tema de los idiomas siempre nos interesó pero ahora no podíamos encontrar fronteras claras. ¿Quién era italiano, en qué idioma debíamos hablar? ¿Es mejor hablar en dos, solo inglés, o hacer gestos con las manos? Nosotras queríamos ir a Roma para ver el arte, la historia, y el encanto, pero el viaje estaba transformándose en una infusión cultural, no sólo de la cultura de Roma sino la cultura de otros, es decir, un encuentro de todo en el que nos perdíamos.

      Esta experiencia internacional la vimos en concreto una noche en un bar pequeño localizad en el Campo de' Fiori. Entramos en el bar y vimos americanos por todos lados. Eran fáciles de distinguir, hablando muy fuerte en inglés, de la universidad, de la comida americana, los viajes que iban a hacer por Europa, y como Roma era el sitio ideal para estudiar afuera de la universidad. Eso normalmente debe provocar un sentimiento de nostalgia en nosotros pero en vez de intentar hablar con los americanos, nos pasamos de ellos. Una conversación breve con una de ellos nos dio la impresión de que ya no pertenecíamos a ese mundo en que la gente americana estaba tan aislada de los demás que los rodeaba. Unos italianos empezaron hablar con nosotras y cuando pusimos una cara de confusión empezaron a usar gestos. "¿Inglés?" les preguntamos.

      "¡Nooo, inglés no!"

      "Pues, ¿español?"

      "Español… eh, sí, sí."

      Por fin el dominio de estos dos idiomas nos iba a ayudar. Pero cuando abrieron la boca nos dimos cuenta de que no era español lo que hablaban, sino un italiano sin palabras tan sonoras, un intento de hablar lo que ellos pensaron que fue español. La destrucción del idioma nos dejaba con gestos, miradas, e inferencias. Miramos a la muchedumbre buscando ayuda.

      "¿Habláis español?" les preguntamos a dos otros italianos.

      "Sí, sí un poco, trabajamos con argentinos."

      "Bueno, ¿podéis decirles que no hablamos italiano?"

      "Sí, bueno, ya lo saben." Uno de los italianos que nos hablaba con gestos y su versión de castellano nos dijo ¡espera! (aspetti!). De repente apareció un amigo de Israel con un inglés casi comprensible.

      "Now we talk," dijo él.

      Salimos de aquella situación y vimos a la gente que nos rodeaba. Unos italianos convencidos de que podían comunicarse con nosotras, otro amigo intentando ayudarles y minimizar ese obstáculo del idioma, otros dos italianos intentando hablar con un español que habían aprendido en el trabajo, y nosotras con estos idiomas tan claros y enteros pero que sin embargo no eran suficientes para sobrevivir en esa situación con tantos idiomas diferentes y tantas versiones de lo que es el inglés, el español, o el italiano. Al principio vinimos a Roma seguras y ambiciosas, pero salimos descubriendo lo que era un mundo internacional. Idiomas sin fronteras, gente desesperante, culturas chocantes, y nosotras en medio de la nada tratando de encontrar el lugar al que pertenecemos en ese mundo tan mezclado dibujado con líneas borrosas.




vol. 7 (2010)
vol. 7 (2010)
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