Robert LeRoux
Hernandez, Latin American & Latino Studies
Despedida a José
Martínez
Aunque estoy
triste, tengo el privilegio de poder compartir algunos recuerdos del gran
hombre que fue José Martínez. Yo enseño un curso sobre
latinos indocumentados en Holy Cross. En la primavera del 2013, José
vino a hablar con los estudiantes acerca de sus experiencias. Los siguientes
comentarios se basan en esta visita y la información que él dio a
los estudiantes durante entrevistas, especialmente en una entrevista por Juan
Martín Cava, un estudiante del Perú que ejercía de Foreign
Language Assistant (FLA) en el
College. José nació en Uruguay
en un área rural en 1943. Venía de una familia humilde
agrícola en el norte del país y trabajó junto a sus padres
durante su juventud. Asistió a la escuela por solo seis años, ya
que en su tierra natal había muy pocos recursos, que no eran suficientes
para construir una escuela. Por lo general las clases se impartían en
los campos, sin libros ni materiales escolares. Después de terminar la
escuela primaria no tuvo la oportunidad para continuar su
educación. José se casó a
la edad de 27 años y se trasladó con su esposa a la ciudad de
Artigas, donde usó sus ahorros para abrir una pequeña tienda. Los
altos costos lo obligaron a cerrar su tienda un año más tarde. En
este periodo de dificultades extremas, la falta de alimento ocasionó que
su esposa desarrollara anemia, razón por la cual perdieron un
bebé. Eventualmente amigos le ayudaron a volver a abrir la tienda y esta
se convirtió en un gran éxito, lo que le permitió
construir una casa para sus cuatro hijos, su esposa y él. Sin embargo en
1973, Uruguay sufrió un golpe de Estado Militar, que trajo la ley
marcial y destruyó la economía local, lo que le obligó,
una vez más, a cerrar su tienda. Se
mudó con su familia a la capital de Uruguay, Montevideo, donde se
alistó en el ejército como chofer. Durante diez años,
manejó grandes vehículos de suministro. Los siguientes diez
años trabajó como conductor para funcionarios de alto rango.
Durante su servicio alcanzó el rango más alto posible para
alguien que no asiste a la academia militar, Sargento. Se retiró del
ejército a la edad de 55 años. Durante esos años,
él y su esposa se divorciaron, dejándolo como un padre soltero
con la responsabilidad de sus cuatro
hijos. Después de su retiro,
José trató de abrir una tienda de nuevo, pero fue víctima
de personas deshonestas y no pudo realizarlo. Vivía solo, ya que todos
sus hijos se habían casado. Se sentía inseguro en Montevideo.
Así que no lo pensó dos veces cuando un amigo cercano de su hija
(quien había emigrado un año antes) le habló de las muchas
oportunidades de trabajo disponibles en EE.UU., en el estado de Massachusetts.
En un periodo de cuatro semanas, José ahorró lo suficiente para
comprar un boleto de avión. A pesar de no saber mucho sobre el
sueño americano esperaba encontrar un trabajo mejor remunerado que
le permitiera vivir de forma independiente y con relativa
comodidad. Estados Unidos superó todas
las expectativas de José. No solo era un lugar con mucho trabajo para
él, también era una sociedad segura, con gente amable que le
ofreció la tranquilidad que él estaba buscando. En Fitchburg
había más de 10.000 uruguayos. Aquí podía vivir en
paz, de manera independiente. Todas las personas que le conocieron lo trataron
bien. La comunidad en la que él vivió y fue feliz es diversa, con
igualdad y respeto mutuo. José encontró sus primeros trabajos
a través de una agencia. Aunque tenía que cambiar con bastante
frecuencia a causa de su situación migratoria, hizo todo tipo de
trabajos. Lo mismo trabajar en fábricas que trabajar en granjas. Siempre
fue capaz de encontrar trabajo y de mantenerse a sí mismo, e incluso
podía enviar pequeñas cantidades de dinero a sus hijos en
Uruguay. En el 2008, afrontó tres
grandes problemas. La Gran Recesión del 2008, el Programa federal de
Comunidades Seguras y un policía del estado que se ensañó
con él por manejar sin licencia de conducir. José tenía
que manejar muchas horas para llegar a su trabajo pero no contaba con la
licencia de conducir. La policía de Fitchburg nunca lo molestó;
de hecho en una ocasión se pararon para ayudarlo a arreglar un pinchazo
en la llanta del carro. Sin embargo, el oficial de la Policía del Estado
lo identificó como un inmigrante y comenzó a acosarlo por manejar
sin licencia. Este policía a menudo lo esperaba afuera de su casa, lo
detuvo más de 25 veces y publicó numerosas citaciones judiciales.
Estas a menudo resultaban en multas de entre $1000 y $2500, una gran cantidad
de dinero para alguien cuyo único delito fue conducir al trabajo y no
tener licencia. Aunque José admitió ser culpable de conducir sin
licencia, él no tenía otra opción, ya que debía
conducir para llegar a su trabajo, el cual se había vuelto cada vez
más difícil de encontrar. En octubre de 2012, un juez
ordenó su encarcelamiento durante 60 días por manejar sin
licencia. José fue programado para ser
liberado el 8 de diciembre del 2012. Sin embargo, debido a que se
declaró culpable de conducir sin licencia, el tribunal envió su
información a Inmigración y Control de Aduanas (ICE),
razón por la cual fue trasladado a un centro de detención de
inmigrantes en Boston. Al ser entrevistado por el periódico El
Mundo de Boston, José describió su experiencia de esta
manera: Viví casi 4 meses de infierno. Yo no quería
regresar a Uruguay, quería quedarme, pero no veía ninguna chance,
la deportación me asaltaba, no me dejaba
dormir. Tan pronto como se enteró
de su caso, el Centro Cleghorn de la comunidad de Fitchburg decidió
actuar y apoyarlo con donaciones de la comunidad. El Centro le encontró
un abogado y pagó una fianza de $2500 para asegurar su libertad en
espera de las audiencias, y salió en libertad en febrero del 2013. Le
ayudaron con una petición de asilo
político. Después de ser
liberado, José decidió no conducir, y comenzó a caminar y
usar taxis, lo que redujo en gran medida su capacidad para trabajar. Sin
embargo, si alguien necesitaba transporte, él tomaba el riesgo y
conducía para ayudarles. Él compartió un apartamento para
reducir sus gastos. Aunque él se imaginaba yendo a Uruguay de nuevo
algún día a visitar a su familia, estaba claro que quería
vivir el resto de su vida en los Estados Unidos. A pesar de su encarcelamiento,
estaba agradecido de estar aquí, en Fitchburg, que era su hogar y su
familia, pues todos en general lo querían. Él fue y
seguirá siendo un gran ejemplo para todos nosotros, por su lucha
constante, por la injusticia del sistema de inmigración y por la
unión de la comunidad de ayudarse unos a otros.
José
Martínez 09/22/1943-12/31/201 (© Mario
Quiroz-Servellón) |