Visaury Moreta,
'18
La que nunca llegó
Con los ojos vivos
y despiertos, Andrea miraba hacia todos los lados. Ya era su oportunidad,
pensaba, ya que tantos lo han logrado, ahora me toca a mí. Miraba a la
izquierda y luego de inmediato hacia la derecha, esperando la señal para
correr. Correr como nunca en su vida; correr hacia su paraíso. Todo lo
había pensado y calculado paso a paso; lo que iba a hacer después
que de que llegara, pero el paso más difícil y sin
predicción era ese momento. Ella repetía, «lo arriesgo todo
o me muero en la pobreza». La imagen de su dos pequeñitos era su
motivación y ya casi iba a ganar la carrera para poder salir de la
miseria. Allá encontrar mucho dinero, lujo y trabajo será tan
fácil como la abundancia de lluvia en los inicios de la primavera.
«¡Corre, corre!» le gritaban todos, y en ese mismo momento
Andrea aceleró su pequeñas y flacas piernas lo más
rápido que pudo. Ya casi llegas, ya casi estás
allí, se decía a sí misma, y con el último
paso que le faltaba pisó con su pie derecho y se hundió. Se
cayó en un hoyo profundo y negro; todo estaba vacío y ella estaba
atrapada en una oscuridad de la cual nunca podría escapar. Abrió
los ojos y vio que eran la 1:24 de la madrugada. Todavía le falta la
noche para pueda seguir soñando. |