Joshua Rivera,
'15
El látigo y el
murciélago
(al estilo de Poeta en
Nueva York)
Varado en este
lugar donde nadie descansa. No puedo ver a
los que quieren salir. Desamparado y solo
dentro de esta cueva, donde nadie puede
escuchar mi clamor. Aquí el
látigo manda y mi boca es cerrada.
Ando en el desierto donde mis alas son
abandonadas. Me consumen las heridas del
látigo, y con sus ojos azules
hipnotiza al hipnotizador.
Cada paso que doy aparece más y
más oscuro. Estoy cegado por las
vendas que ahogan mi circulación. Sus
espinas me tormenta y arrojan mis ojos. El
sol no aparece pero sigo luchando. El aire se
empieza a cortar, y sale el látigo a
bailar. Y cuando el habla todos se callan.
Hay un silencio, que ni el aire puede
respirar. ¿Cómo me escapo si
vivo enterrado? ¿Cómo salgo si
vivo encerrado? Suciedad sería mi
única opción, Irme a los rascacielos
donde pueda vomitar.
Me sigue el humo negro que satura mi vientre.
Dicen que la hierba es más verde al
otro lado, pero aquí no existe ni la
hierba ni el otro lado. En cada esquina
aparece la luna y sus profundos cantos, y con
eso se reabre mis puntos ocultos. El
látigo brota su veneno en mi corazón
y mata mi sueños de florecer.
Una desesperación penetra dentro de mi
alma y cuenta la historia de un alma buscando
salida. Nacer negro de sangre es costoso
pero yo muero para vivir y él vive
para morir. |