Daichi
Tsuchihashi
Al dejar a mis estudiantes...
Despedirse es muy
duro. Pero entre las personas de las que me he despedido, hay un grupo de
estudiantes a los que nunca olvidaré.
En Junio del
año pasado, fui a un pueblo de Costa Rica y trabajé en una
escuela primaria como voluntario. Puesto que soy japonés, lo
único que podía hacer era estar con los niños. No
podía enseñar ninguna materia. ¿Cómo podría
enseñar sin tener experiencia? Quería pedir perdón a todos
los niños y los maestros.
Pero, poco a poco,
entendí lo que estaba detrás de las sonrisas de los niños.
Muchos niños eran bastante pobres. Algunos no tenían recursos ni
para sacar una copia. Otros trabajaban para ayudar a sus familias, y por eso,
algunos niños no podían venir a la escuela.
Entre ellos
había un estudiante que se llamaba Rolo, y estaba en el quinto grado.
Él no tenía padre, por eso trabajaba. Él no venía a
clase aunque ya tenía 14 años, no tenía posibilidad de
terminar la escuela.
Yo, aunque estaba
muy cerca de ellos, no podía hacer nada para solucionar los problemas.
Me pregunté muchas veces ¿Para qué estoy
aquí? Sin embargo, los niños me trataron muy bien. Nos
hicimos muy buenos amigos.
Pero, vino el
día en que tenía que irme. Me sentía muy responsable al
dejar a mis estudiantes en aquel pueblo tan alejado. Al dejar a mis
estudiantes, Rolo me dijo, Aquí no hay futuro ni esperanza.
Eso me hizo llorar muchísimo. Al fin y al cabo no podía hacer
nada.
La experiencia en
Costa Rica cambío mi vida. Quiero volver a ver a los niños de la
escuela y la proxima vez les daré alguna esperanza. Por eso, ahora estoy
estudiando el desarrollo social en la universidad porque quiero pensar que
algún día puedo ayudar de alguna manera a los que lo necesitan.
Todavía no sé de qué manera podré ayudar a estos
niños. Lo que estoy planeando ahora es ser diplomático y
ayudarlos. Sin embargo, me doy cuenta de que no es fácil encontrar una
solución. A lo mejor, no hay ninguna solución. No obstante,
buscaré la manera de ayudar estos niños a lo largo de mi
vida.
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