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Delia Cruz


¿La estudiante que venció al periodo crítico?

     A lo largo de los años, muchos lingüistas han tratado de descifrar el gran misterio detrás de la hipótesis del período crítico, es decir, la idea de que existe un periodo de tiempo para adquirir una lengua de forma nativa, pasado el cual ya sólo es posible aprenderla imperfectamente. El caso de Genie, una niña que fue descubierta a los trece años de edad, es un ejemplo que muchos investigadores han usado para demostrar la existencia del período crítico. Genie Wiley, nacida el 18 de abril de 1957, es el nombre que las autoridades del estado de California le dieron a una niña descubierta en un suburbio de Los Ángeles el 4 de noviembre de 1970. Genie estuvo encerrada sola en un cuarto por diez años. Durante todo este tiempo, estuvo atada a una silla orinal, incapaz de poder moverse y hablar. A la hora de dormir, su padre la colocaba en una especie de bolsa y la dejaba sin protección alguna durante las noches.

     Su caso representa la hipótesis del período crítico porque parece confirmar una idea básica de quienes defienden esta hipótesis: que para adquirir una lengua nativa hay que recibir input nativo antes del fin de la pubertad. El input que se les da a los niños a temprana edad es algo que a Genie nunca se le proporcionó. Según algunas fuentes, las únicas palabras que la niña entendía cuando fue encontrada eran "stopit" (¡para!) y "nomore" (no más). La edad de Genie también fue un obstáculo a la hora de tratar de enseñarle una lengua después de ser descubierta. A pesar de los grandes esfuerzos de sicólogos, lingüistas y pedagogos que intentaron ayudarla, Genie nunca aprendió a hablar bien el inglés. De acuerdo con los proponentes de la hipótesis del período crítico, Genie nunca pudo adquirir una lengua nativa porque el input necesario le llegó demasiado tarde. Si se sigue la hipótesis innatista de Chomsky, se podría concluir que Genie no ejercitó la parte del cerebro que ya está supuestamente preprogramada para adquirir una lengua durante el período crítico.

     Tras estudiar el caso de Genie, me di a la tarea de encontrar a una persona que de una u otra manera refutara la hipótesis del período crítico y la idea que una persona no puede alcanzar un nivel nativo si no estuvo expuesta a la lengua meta desde una edad temprana. La persona que encontré no tenía nada en común con la experiencia de Genie. Es una estudiante de Holy Cross a la que llamaremos J para preservar su anonimato.

     Desde que nació, J estuvo expuesta a dos variantes del mismo idioma, que fueron el portugués de Portugal y el portugués de Brasil. Durante los primeros años de su vida, vivió con sus abuelos paternos. Ellos hablaban el portugués de Portugal, que en muchas maneras es diferente al que se habla en Brasil. No sólo hablaban esta lengua sino también el italiano. Cuando empezó a ir a la escuela, J empezó a aprender a escribir el portugués de Brasil y también a apreciar la cultura del país. Cuando estaba en la escuela, vivía en el mundo del portugués de Brasil, mientras que en su casa vivía dentro de un mundo donde sólo se hablaba el portugués de Portugal. Había varias veces cuando sus compañeros de la escuela se burlaban de su acento. J empezó a notar que su acento de Portugal estaba interfiriendo con el portugués que se le estaba enseñando. Aprendió las reglas del portugués estándar de Brasil en la escuela pero nunca recibió input de un instructor sobre las reglas del portugués de Portugal. Cuando su madre decidió mudarse a los Estados Unidos, J tuvo que permanecer con la familia de su padre. Diez años después, a la edad de catorce años, la madre de J decidió que quería que su hija se mudara a los Estados Unidos y viviera con ella. Al llegar a los Estados Unidos, J estuvo matriculada en una escuela en Boston. Había acabado la escuela secundaria en Brasil, pero los maestros decidieron que era mejor para ella repetir el último año de secundaria, ya que no hablaba más inglés que las pocas palabras que había aprendido en la escuela en Brasil. Aunque tenía una clase en la que todos los estudiantes acababan de llegar de otro país y no sabían hablar el inglés, ella todavía estuvo en otras clases donde todos los estudiantes eran hablantes nativos o casi-nativos del inglés. Lo único que la escuela le dio a J fue un diccionario para que pudiera buscar las palabras que no entendía en sus clases.

     Los primeros meses en la escuela, dice J, fueron muy difíciles para ella porque no entendía nada de lo que sus maestros le dictaban. Poco a poco, con la ayuda y motivación de sus maestros, pudo mejorar su aprendizaje de las reglas gramaticales del inglés, aunque todavía no podía pronunciar correctamente el vocabulario que se le estaba dando. Después de tres meses de estar en la escuela, J logró no sólo sacar mejores notas que algunos de los estudiantes que estaban en la clase de inglés como segunda lengua, sino también en las clases donde había hablantes nativos del inglés. Nadie podía creer que una chica que apenas había llegado de Brasil unos cuantos meses atrás había logrado lo que muchos tardan años en lograr.

     Hubo muchos factores que ayudaron a J a querer adquirir y mejorar a un paso bastante rápido el inglés. Su madre siempre fue un gran recurso en el proceso de adquisición del inglés como segunda lengua. La motivación que le daba su madre la ayudó a que quisiera sacar buenas notas en la escuela. George Yule, autor del libro de texto El lenguaje, señala que la motivación puede ser tanto un resultado como una causa del éxito, lo cual se ve en el caso de J. Otra fuente de ayuda importante que tuvo J fue la televisión, que la ayudó a poder mejorar su pronunciación del inglés. Lo que hacía J al llegar de la escuela era ver la noticias locales. De allí ella observaba cómo muchas de las palabras en inglés se pronunciaban. Cuando su madre llegaba de trabajar, le contaba todo lo que había aprendido después de haber visto las noticias. Junto al input conversacional, este input no conversacional es uno de los dos tipos de input que Bill Van Patten distingue en el proceso de adquisición de una lengua. El input no conversional es el lenguaje que un aprendiz escucha cuando no es parte de la interacción. Este tipo de input no está dirigido directamente a la persona que está tratando de adquirir una lengua meta. Como dice Van Patten, ver la televisión, escuchar la radio e ir a una plática formal son ejemplos del input no conversional.

     J empezó el proceso de aprendizaje del inglés en el mes de enero del año 2002. Al final del sexto mes en los Estados Unidos de ese mismo año, J era capaz de escribir mucho mejor que los estudiantes nativos en algunas de sus clases. Su pronunciación continuaba mejorándose poco a poco y a fines de su segundo año en la preparatoria, nadie podía notar que el inglés no era su lengua nativa. Muchos confundían el poco acento que tenía en el inglés con el acento bostoniano. Durante su último año en la preparatoria, se convirtió en la presidenta de su clase. Al convertirse en presidenta, ella sabía que iba a hablar en público durante todo el año. J siempre se sintió incómoda en la forma que pronunciaba el inglés. A través de los primeros años en la preparatoria, sus compañeros de salón que sabían que ella no era hablante nativa hacían burla de la forma en la que pronunciaba ciertas frases y oraciones. El trato de sus compañeros bajó la autoestima de J al principio, pero a la misma vez se convirtió en motivación para querer mejorar. Sus últimos dos años de preparatoria fueron fundamentales y memorables para J. Empezó a tomar clases en los niveles más avanzados que ofrecía su escuela, preparándose para un futuro que incluyó la elección de Holy Cross.

     El caso de la madre de J es muy diferente. Su madre, aunque residió en los Estados Unidos diez años antes de que J llegara, nunca pudo adquirir el inglés como segunda lengua a un nivel nativo. El acento extranjero que tiene su madre es notable. Una de las razones principales que parece justificar esto es que su madre nunca recibió instrucción didáctica en el inglés. A diferencia de J, su madre nunca tuvo tiempo de tomar clases durante la noche porque estaba ocupada con su trabajo. Como resultado, ella sólo pudo adquirir el poco inglés que sabe a través de la televisión y de conversar con anglohablantes en su trabajo.

     Aunque el ejemplo de su madre en una manera justifica la hipótesis del período crítico, J parece uno de esos poquísimos casos que aparentemente la refutan, ya que cuando empezó a adquirir el inglés como segunda lengua, tenía catorce años de edad y, presumiblemente, debería haberse cerrado ya esa oportunidad para hablar un idioma a nivel nativo. ¿Es J una excepción que confirma la regla? Es imposible confirmarlo sin un estudio empírico controlado, pero lo que yo aprendí en mi entrevista con J es que es posible que ella haya vencido al período crítico.




vol. 5 (2008)
vol. 5 (2008)
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