Kristen Dunlap
y Rachele Ryan
Nuestro programa de estudio en el extranjero
ideal
La
adquisición de una segunda lengua está relacionada con el
contexto en el que se produce. Los resultados de estudios empíricos
niegan que haya un contexto ideal para aprender una segunda lengua, puesto que
el proceso depende en gran parte del nivel inicial del aprendiz, sus
necesidades, su motivación y su situación personal, entre otros
muchos factores. Sin embargo, los expertos consideran que estudiar en el
extranjero es el mejor contexto para el aprendizaje de una segunda lengua
porque complementa el contexto formal (la instrucción en el salón
de clase) con el contexto natural (la inmersión en la cultura meta con
hablantes nativos).
Como las
características del estudiante en sí, el diseño del
programa de estudio en el extranjero es integral a la experiencia. Aunque no se
pueden controlar los factores intrínsecos de los estudiantes, lo que
sí se puede hacer es crear un programa ideal que maximice las
oportunidades potenciales que un programa académico en el extranjero
pueda ofrecer.
Nuestro College of
the Holy Cross proporciona este tipo de programa para ayudar al estudiante a
adquirir el conocimiento y la experiencia de otras culturas, aumentar sus
oportunidades académicas y expandir sus horizontes. En este trabajo
añadimos nuestras propias recomendaciones para cumplir mejor los
objetivos del programa de Holy Cross. Centrándonos en nuestras propias
experiencias en España en los programas académicos de León
y Palma de Mallorca, vamos a proponer el programa ideal de estudio en el
extranjero que podría implementarse en España. Repasaremos
algunas de las facetas más importantes de la experiencia para evaluar la
misión del programa de estancia en el extranjero, especificando lo mejor
de los siguientes componentes: la preparación antes de irse, la
dinámica del grupo, el lugar del programa, el alojamiento, las clases, y
las actividades fuera del aula en la comunidad extranjera.
El primer paso en
la experiencia del estudio en el extranjero es la preparación antes de
irse, una fase que empieza en la universidad de origen. Un programa ideal debe
centrarse en la promoción explícita de sus ideales antes de que
los estudiantes hagan su solicitud. Debe fomentar una reputación que
coincida con sus metas, y si la realidad no se ajusta completamente a los
ideales, hay que intentar mejorar el programa primero y redefinir sus metas a
los estudiantes detenidamente. Holy Cross ofrece paneles estudiantiles,
sesiones informativas, recursos para hablar con el profesorado y estudiantes
previos, y acceso a varios materiales antes del viaje. Al mismo tiempo, a veces
hay discordancias entre los objetivos y la realidad. Por ejemplo, en nuestra
opinión, la reputación general de la Universidad de León
como sitio académico informal según estudiantes previos no
refleja su realidad, y el programa en Palma de Mallorca no siempre cumple los
objetivos que promociona Holy Cross. Una evaluación adecuada de los
recursos que afectan la orientación del programa podrá eliminar
estos problemas.
En primer lugar,
el proceso de solicitud debe ser una parte integrante de evaluar el
interés y la idoneidad del estudiante. Puesto que ambos factores son muy
importantes en los objetivos finales de la experiencia en el extranjero, el
proceso debe ser muy riguroso para evaluar este criterio y sólo aceptar
a los candidatos que cumplen estos requisitos. Ahora, para solicitar a un
año académico en España, Holy Cross requiere que el
estudiante incluya una declaración de intenciones, una lista de clases
potenciales, dos cartas de recomendación, una entrevista, un examen de
competencia oral de la lengua y un promedio de puntos mínimo de 3.0.
Aunque esta evaluación parece suficiente, sería más
beneficioso si hubiera una parte más interactiva que midiera la
motivación del estudiante para integrarse en la cultura y alcanzar metas
concretas (es decir, la motivación intrínseca).
Generalmente, el
mejor aprendiz de una segunda lengua busca y maximiza las oportunidades de usar
la segunda lengua, y está motivado a comunicarse. Hasta cierto punto,
Holy Cross puede mejorar este proceso proporcionando más
motivación extrínseca a los solicitantes. Esto podría
conseguirse con algún tipo de entrenamiento obligatorio para animar la
consciencia cultural del estudiante a través de videos educativos y
culturales, fotos, una orientación al acento de la región, una
charla sobre las costumbres y las expectativas de un día típico,
reflexiones diarias o correspondencia electrónica u ordinaria con
españoles de la zona. Con esta introducción a la cultura
específica del lugar al que se va, los estudiantes podrían
desarrollar expectativas más realistas sobre una cultura desconocida y
de ese modo bajar su nivel de ansiedad, eliminar muchas inhibiciones y
arriesgarse más en el uso de la lengua y la integración a la
comunidad meta, cualidades que un aprendiz ideal de lenguas extranjeras
tiene.
Proponemos que un
elemento beneficioso que Holy Cross puede añadir para satisfacer mejor
los ideales del programa sería la firma de un juramento que
comprometiera a los estudiantes a comunicarse sólo en español
durante su estancia en el extranjero. Los estudiantes deben tomar en serio su
decisión de estudiar en el extranjero con el propósito de
maximizar su entendimiento cultural, y la adquisición de la lengua del
país sería la mejor manera de experimentarlo. Proponemos que los
solicitantes firmen un contrato antes de irse para comprometerse a usar
exclusivamente la lengua meta no sólo para comunicarse entre ellos, sino
también para ver la televisión, mandar correos
electrónicos y leer el periódico. Si lo rompen, podrían
ser expulsados del programa sin crédito ni reembolso. Esta idea es
parecida al Language Pledge® que ofrece Middlebury College, donde los
estudiantes se comprometen al mismo juramento durante un verano de
inmersión en los Estados Unidos. Middlebury propone que el contacto
constante con la lengua meta no sólo ayuda a la adquisición de la
competencia lingüística, sino también al desarrollo de la
perspectiva cultural asociada con ese idioma. Como parte de un proceso de
solicitud más riguroso, el juramento es un símbolo del compromiso
del estudiante de cumplir los objetivos del programa.
Además,
como parte de la preparación antes de irse al extranjero, sería
útil enseñar estrategias de aprendizaje de una lengua, un repaso
que falta en el programa actual de Holy Cross. La universidad de origen debe
proporcionar una manera constructiva para ayudar a los estudiantes con todo el
input que reciben en el nuevo entorno. Aunque el estudiante desarrolla algunas
estrategias casi automáticamente, otras pueden ser aprendidas para
ayudar a la integración en la cultura receptora. Por ejemplo, se puede
aconsejar a los estudiantes que se expongan más a la segunda lengua en
formas "no interactivas" a través del cine, la radio, la TV, etc.
También se debería promover el interés del estudiante en
desarrollar sus propias estrategias creativas, como poner palabras nuevas en
notitas o escuchar las letras de música española. Si el
estudiante reconoce el valor del juramento, este tipo de consejo no será
necesario, pero en general, es importante recordarle de antemano qué
estrategias puede utilizar para aprender mejor la lengua. En nuestra propia
experiencia, hemos notado que la cantidad de tiempo que los estudiantes pasan
en viajes en grupo no mejora el uso de las estrategias de comunicación,
y por tanto debe minimizarse. Tradicionalmente, Holy Cross no ha definido
explícitamente este consejo desde el principio, y sería
importante incluirlo en la preparación antes de irse.
Quienes
diseñan un programa ideal de estudio en el extranjero también
tienen que tomar en cuenta el lugar del programa. Al terminar el curso de
orientación en Pamplona, nosotras dos fuimos a pasar el año
escolar en dos ciudades diferentes: León (situada en
Castilla-León) y Palma de Mallorca (en las Islas Baleares). A primera
vista, parecen dos ciudades pequeñas, pero en realidad son muy
distintas. León es una ciudad muy típica de Castilla. Está
a cuatro horas de Madrid, y es una comunidad monolingüe. Palma, sin
embargo, es una ciudad aislada en la isla de Mallorca, y se hablan dos lenguas:
el castellano y el mallorquín. La presencia de una segunda lengua en la
ciudad puede afectar al programa de estudio.
Para maximizar los
beneficios lingüísticos del estudio en el extranjero, el programa
ideal se situaría en una comunidad monolingüe. Así, el
único input al que el estudiante estaría expuesto es la lengua
meta. Si el programa se ubica en una comunidad bilingüe, lo mejor es que
sea en una comunidad donde la lengua meta sea mayoritaria. Si la lengua meta es
minoritaria, el estudiante no va a tener tantas oportunidades para recibir
input en comparación a las que tendría en una comunidad
monolingüe o en una comunidad donde la lengua meta sea la mayoritaria.
Asumiendo que todo lo demás fuese igual, es mejor aprender el castellano
en León que en Palma. Sin embargo, Palma es mejor que otras ciudades de
Cataluña, donde el catalán es la lengua mayoritaria. En todo
caso, es importante subrayar que el aprendizaje del español sólo
es una de las metas del programa de intercambio. También importa mucho
estar expuesto a la cultura de la lengua meta, una cultura que muchas veces es
inseparable de su contexto bilingüe. Desde este punto de vista, tener
programas en comunidades bilingües como Palma y La Coruña fomenta
una experiencia totalmente nueva para el estudiante que siempre ha estado
expuesto a un entorno monolingüe, contribuyendo así a su
enriquecimiento personal y cultural.
Que la lengua meta
sea la única o la mayoritaria no es el único factor relevante
para la selección del lugar apropiado para el programa de intercambio.
Otros factores importantes son el tamaño y la seguridad de la ciudad, la
presencia de otros programas de estudio en el extranjero para estadounidenses,
y el mantenimiento de los objetivos del programa. Obviamente, un lugar con
muchos otros programas con estudiantes de la misma lengua materna (el
inglés en nuestro caso) no es beneficioso para la adquisición del
castellano. Cuanto más contacto con la lengua tengan los estudiantes con
el español, mejor será el lugar del programa. Por eso, un
programa ideal no sería en Madrid, aunque es una ciudad monolingüe,
porque la ciudad tiene más de 90 programas de lengua para
estadounidenses. Esto explica, en parte, que Holy Cross no escoja solamente
ciudades en comunidades monolingües para sus programas en España.
Una vez que los
diseñadores hayan seleccionado el mejor lugar para su programa, tienen
que decidir dónde se alojarán los estudiantes. Los tres tipos de
alojamiento más típicos son residencias estudiantiles, pisos
compartidos, o familias de hospedaje. Para su programa en España, Holy
Cross opta por que cada estudiante se aloje con una familia de hospedaje.
Aunque hay pocos estudios que comparen estos tres tipos de residencia, una
estancia con una familia anfitriona parece la mejor opción, ya que le da
al estudiante oportunidades diarias de interactuar con hablantes nativos en la
lengua meta. Según los estudios, dichas interacciones tienen un efecto
apreciable en la adquisición de la segunda lengua. Obviamente, la peor
opción son las residencias donde sólo se alojan estudiantes de la
misma lengua materna y los pisos compartidos con otros estadounidenses. Una
opción mejor sería una residencia donde la mayoría de los
residentes sean hablantes nativos de la lengua meta. De hecho, un estudio sobre
estadounidenses que aprendían ruso en Rusia revela que los que
vivían en este tipo de residencias mejoraron su habla más que los
que habían estado con una familia anfitriona. Sin embargo, los
estudiantes que se quedaron con familias mejoraron sus habilidades de leer
más que los que vivían en residencias.
La estancia con
una familia de hospedaje realmente depende de cómo los anfitriones y los
estudiantes perciban sus papeles respectivos dentro de la casa. Por ejemplo, el
estudiante y la familia anfitriona pueden tener una relación de
inquilino y dueño, con lo que el estudiante tendrá pocas
oportunidades de interactuar con la familia. Desde luego, la mejor
situación es que la familia anfitriona trate al estudiante como un hijo
verdadero. Las familias, sin embargo, necesitan tener mucho tiempo para dedicar
al estudiante, y esto no siempre es fácil. Al escoger a las familias
anfitrionas, Holy Cross presta mucha atención a la dinámica de la
familia y también al lugar, la limpieza y la seguridad de la casa. En
última instancia, que el estudiante se integre o no a la familia depende
del estudiante mismo y su personalidad. De hecho, los estudios muestran que la
calidad de la interacción entre el estudiante y su familia influyen
más en el éxito del programa de intercambio que la cantidad de
interacción en sí.
Holy Cross intenta
hacer todo lo que puede para promover una buena relación entre los
estudiantes y las familias. El mejor ejemplo de esta intención es que
Holy Cross manda que los estudiantes se queden en casa para comer dos veces al
día con sus familias anfitrionas. Además de mejorar el
conocimiento cultural del estudiante de acuerdo con los objetivos del programa,
las comidas obligatorias con la familia tienen un beneficio
lingüístico porque aseguran que todos los estudiantes conversan con
hablantes nativos cada día.
Una vez decidida
la mejor preparación para el estudiante, el lugar del programa, y el
tipo de alojamiento que habrá, hay que prestar atención al
componente más importante del programa desde un punto de vista
académico: las clases universitarias. Nosotras dos tuvimos experiencias
muy diferentes en clase. Después de analizar nuestras experiencias,
vamos a concentrarnos en el programa que parece cumplir mejor los objetivos de
Holy Cross y nuestros propios criterios para un programa ideal.
En León,
los estudiantes de Holy Cross asisten a La Universidad de León, donde
todos los cursos se imparten en español. Al igual que el programa de
Palma, los estudiantes de Holy Cross se matriculan en cuatro clases cada
semestre, incluso la clase compartida de Gramática, Conversación
y Composición para los estudiantes de Holy Cross. Aunque los estudiantes
tienen la oportunidad de escoger clases de cualquier facultad, la
mayoría se queda dentro de la facultad de letras. Era obligatorio
reunirse con el profesor de la clase de contenido a lo largo del semestre,
individualmente o con otros estudiantes de Holy Cross. Normalmente,
había entre cuatro y once horas de contacto, dependiendo de la clase y
el profesor. Estas tutorías representaban una oportunidad muy
beneficiosa porque proporcionaban tiempo para trabajar con el contenido de la
clase explícitamente y desarrollar una relación más
personal con el profesor. En respuesta, los estudiantes tenían que
arriesgarse con la lengua, especialmente durante las reuniones individuales,
adaptarse a otro entorno de aprendizaje y utilizar más la
intuición, las características que según los estudios
contribuyen a un mayor aprendizaje de la segunda lengua.
La clase de
gramática de León tenía una estructura general bastante
estricta y organizada, separando a los estudiantes de Holy Cross en dos grupos
(el nivel principiante y el avanzado). El reducido número de estudiantes
por grupo ayudaba a fomentar la atención individual de parte del
profesor, favoreciendo un mayor intercambio cultural. Había un profesor
diferente para cada clase y se reunía tres veces cada semana por un
total de cuatro horas para cumplir el objetivo total de 120 horas en los dos
semestres. Los profesores de la clase de gramática en León eran
muy estrictos con nuestra asistencia a las clases, volviendo a programar la
clase si más de una persona no estaba disponible y exigiendo nuestra
firma en un expediente de asistencia a cada clase. Los objetivos comunicativos
y socioculturales estaban definidos desde el primer día de acuerdo con
la meta final de cumplir el perfeccionamiento y dominio de los contenidos
gramaticales. Estructuraban la clase con muchas actividades interactivas,
trabajos de composición individuales durante la clase y para entregar
cada semana, repasos extensos de esos trabajos, la creación de un blog
de internet sobre varios temas culturales, cinco obras literarias, dos salidas
por la ciudad como clase (incluso una excursión de ir de tapas), cuatro
conferencias y cinco películas. Este tipo de trabajo estructurado y con
objetivos establecidos ayudaba al estudiante a adquirir el conocimiento y tener
un contacto constante con la cultura.
El hecho de que
Holy Cross opte por que los estudiantes escojan clases de contenido con los
universitarios nativos es lingüísticamente muy ventajoso.
Realmente, Holy Cross es una de las pocas universidades estadounidenses con
programas en el extranjero que permiten que los estudiantes tomen clases con
los nativos. La mayoría de los estudiantes de otras universidades
sólo pueden tomar asignaturas con otros estudiantes estadounidenses de
su programa. Muchos programas ni siquiera dan clases de contenido en
castellano. A diferencia de estas clases "americanizadas", las clases de
contenido con nativos proporcionan un mayor conocimiento cultural, ya que los
estudiantes aprenden cómo es una universidad española en
realidad. Además, como señalan los estudios empíricos, la
utilización de la segunda lengua como vehículo de
enseñanza ayuda muchísimo al desarrollo de la misma.
Un programa ideal
también tiene que tener en cuenta las actividades que los estudiantes
realizan fuera del aula. Esto es de especial importancia porque los estudiantes
pasan la mayoría de su tiempo fuera de clase.
En Palma de
Mallorca, los directores animan a los estudiantes a que se involucren en la
vida social de la ciudad. Les dan información de clases de baile,
deportes y aeróbic que ofrece la UIB. Además, les ayudan a
encontrar trabajo como tutores particulares de inglés. En nuestro
año, muchos estudiantes hicieron de tutores particulares de
inglés con dos o tres niños cada semana. Aunque enseñaban
su lengua materna, esta experiencia fue muy positiva
lingüísticamente, ya que la mayoría de los estudiantes
estaban a un nivel muy bajo de inglés y los tutores tenían que
dar sus clases en castellano.
Desde este
año, en todos los programas de Holy Cross en España los
directores solicitan voluntarios locales para hacer un programa al que llaman
el "Programa padrino" con los estudiantes estadounidenses. Los directores
asignan a cada voluntario a un estudiante, y los voluntarios hacen de
"padrinos." Los padrinos y sus "ahijados" quedan una vez al mes para tomar un
café y conversar de la cultura española. Todas estas actividades
fuera del aula exponen a los estudiantes otro tipo de input que no
recibirían en el aula o en casa.
Holy Cross
requiere que todos sus estudiantes en España hagan un proyecto
independiente de inmersión cultural (el ICIP). Hay tres tipos de ICIP:
una pasantía con alguna empresa, un proyecto de voluntariado, o un
proyecto para desarrollar un pasatiempo o pasión que le agrade al
estudiante. El ICIP cumple los objetivos de Holy Cross porque obliga a los
estudiantes a sumergirse en un aspecto de la comunidad local, enriqueciendo su
experiencia en el extranjero. Además de los factores ya mencionados, hay
que tener en cuenta la dinámica del grupo en cuanto a los estudiantes
elegidos para ir al extranjero. En nuestro año, había catorce
estudiantes tanto en León como en Palma porque todavía no
existía el tercer programa de la Coruña (a partir de este
año, esta situación ya se ha solucionado). Este número
inusual significaba que había muchos periodos de tiempo que los
estudiantes tenían que pasar juntos, como la clase de gramática.
Concretamente, en León por ejemplo, era común coger el mismo bus
para ir a la universidad, pasar tiempo en la universidad juntos fuera de clase
mientras esperábamos para la siguiente clases e ir de viajes con la
organización de extranjeros. Es decir, las situaciones eran inevitables
y tenían un efecto negativo. Por ejemplo, un profesor en España
comentó que los estudiantes de Holy Cross formaban un grupo colectivo
como si estuvieran en una banda, un factor que dificultaba las relaciones con
los españoles.
Igualmente, es
importante identificar los factores personales que pueden influir en la
dinámica de grupo y la experiencia de cada aprendiz. Por ejemplo, en las
clases de gramática o de contenido compartida con otros angloparlantes,
la autoimagen de un aprendiz con respecto a sus compañeros puede
producir mucha ansiedad y afectar su participación. En España,
este tipo de situaciones eran típicas, especialmente si había una
tensión dentro del grupo o una persona dominaba la conversación
mejor que los demás.
Como ya hemos
señalado, los programas de Holy Cross en el extranjero cumplen su
misión de animar el conocimiento de otras culturas por parte del
estudiante, aumentar sus oportunidades académicas y favorecer su
crecimiento cultural y personal. Al analizar los componentes de los programas
de Holy Cross en España, nos hemos dado cuenta de que hace falta
enfatizar más el componente lingüístico.
Al fin y al cabo,
no hay manera única de crear un programa ideal que regule todos los
factores que pueden afectar el estudio en el extranjero. Puede ser una
experiencia gratificante o desafiante a pesar del diseño del programa
porque, al final, el individuo es el factor más decisivo. No obstante,
el diseño de un programa contribuye a las posibilidades de éxito
personal y académico. En un mundo de fronteras y divisiones
lingüísticas, la experiencia de integrarse en otra cultura
enriquece nuestro conocimiento de nosotros mismos para ser individuos
más concientes en nuestra comunidad global. |