Eva
María Sánchez Rodríguez
Enseñar y motivar
Durante los
años que estudié mi carrera de enseñanza de idiomas en
México, recuerdo que mis profesores siempre enfatizaban la importancia
que juega la motivación en el proceso de aprendizaje. Constantemente
repetían que para ser buenos maestros era muy importante motivar a
nuestros alumnos en clase, y que si lográbamos hacerlo
conseguiríamos que aprendieran. Fue cuando empecé a dar clases
que me di cuenta en realidad de lo importante que era tratar de lograr motivar
a los alumnos. Sin embargo, también pude darme cuenta que no todo el
nivel de motivación en clase dependía de mí como
profesora, sino que también la formación previa de los alumnos y
sus experiencias influían en este aspecto tan importante.
En este semestre
que di practicas de español como Foreign Language Assistant en Holy
Cross me pude dar más cuenta aún de lo importante que es la
motivación para el aprendizaje de una segunda lengua. En mi experiencia,
pude notar como los alumnos que están motivados son los que obtienen
mejores resultados de las clases. Estas experiencias hicieron despertar mi
interés en el tema de la motivación y lo que se necesita para que
se pueda desarrollar dicho aspecto en los alumnos.
Como es bien
sabido, la motivación juega un papel fundamental al realizar cualquier
actividad en la vida. En el campo de la pedagogía siempre se habla del
tema y se señala a la motivación como un factor fundamental para
que el proceso de aprendizaje se lleve a cabo de manera satisfactoria. A
través de los años y de acuerdo con las diferentes teorías
de aprendizaje, los puntos de vista acerca de la motivación han sido
diferentes. En un principio, muchos expertos señalaban que los seres
humanos sólo respondían a necesidades básicas, y
veían al aprendiz como un ser pasivo, sin tomar mucho en cuenta la
motivación. Posteriormente, la teoría del conductismo
cambió este punto de vista y propuso que los refuerzos eran los que
incrementaban o mantenían las conductas y las acciones de los seres
humanos. Para mantener ciertas conductas o patrones se necesitaba controlar a
los aprendices (incluyendo a los aprendices de una segunda lengua), en lugar de
motivarlos.
Otras
teorías explican las conductas como respuestas a necesidades de los
seres humanos. Señalan que para motivar a nuestros estudiantes a
aprender, necesitamos primero poner atención a las necesidad
básicas que deben satisfacer, y ya después enfocar nuestra
atención en las necesidades que están más relacionadas con
el proceso de aprendizaje en un contexto formal.
Otras
teorías más recientes enfatizan la autodeterminación de
metas por parte de los aprendices. Proponen que para lograr la
motivación en los alumnos, es importante hacer que ellos mismos se creen
metas de aprendizaje. Los aprendices deben forjarse metas que no sólo se
enfoquen en obtener buenas notas o en hacer una actividad en clase para
mantener una buena imagen ante el profesor y sus compañeros sin prestar
interés en aprender el contenido por el cual la actividad se lleva a
cabo. Según estas teorías, hay dos tipos de motivación: la
motivación intrínseca, que es la que ocurre cuando el aprendiz se
siente motivado por la actividad misma que realiza o por el proceso de
aprender, y la motivación extrínseca, que tiene que ver con la
recompensa externa que el aprendiz puede recibir por llevar a cabo una
actividad o incluso el proceso de aprendizaje. En los programas en los que la
motivación extrínseca es lo más importante, el profesor es
visto como el encargado de motivar a los alumnos a través de recompensas
o castigos. Por el contrario, en los programas que enfatizan la
motivación intrínseca, el papel del profesor es el de crear,
junto con los estudiantes, un ambiente que incentive la participación y
el entusiasmo y que, como resultado, facilite el proceso de aprendizaje.
Actualmente, la
mayoría de las teorías de enseñanza y aprendizaje toman
muy en serio el papel que la motivación juega en dichos procesos. La
tendencia actual en el manejo de un salón de clases es la de tomar como
punto de partida al aprendiz y verlo como un ser independiente que trae consigo
experiencias y actitudes definidas previamente acerca del proceso de
aprendizaje. Se pretende ayudarlo a adquirir conocimientos tomando en cuenta
todo lo que el aprendiz trae consigo.
Este
interés en el alumno y la tendencia a verlo como la parte central en la
que se debe basar el proceso de enseñanza hace que se enfatice el
desarrollo de la motivación intrínseca de los aprendices. Se
considera que si los estudiantes no se sienten motivados a aprender, no
lograrán buenos resultados, a pesar de toda la motivación
extrínseca que puedan recibir.
Autores como
Malone y Lepper señalan que las actividades en clase deben ser lo
suficientemente desafiantes para despertar la curiosidad de los aprendices y
motivarlos a que las lleven a cabo. También señalan que los
aprendices deberían sentir que son autónomos y que tienen el
control sobre las actividades de práctica. Además, estas
actividades deben evocar el uso de la imaginación de los aprendices para
que así puedan experimentar recompensas y satisfacciones que
quizá en la vida real no les sea posible experimentar. Si un profesor
toma en cuenta estos aspectos, logrará desarrollar la motivación
intrínseca de los alumnos y ayudarles en el proceso aprendizaje.
Otro aspecto que
también juega un papel importante en el proceso de aprendizaje y que
debe tomarse en cuenta en un salón de clases es la cultura de los
aprendices. La motivación de un aprendiz, tanto intrínseca como
extrínseca, se ve determinada muchas veces por su cultura. Un aprendiz
puede estar motivado o no a aprender una segunda lengua por el concepto que en
su cultura se tiene sobre ésta. Si la lengua que se aprende se considera
como una lengua importante dentro de su cultura, esto motivará al
aprendiz a aprenderla, pero si, por el contrario, el punto de vista sobre la
lengua es negativo, el estudiante no mostrará interés en
aprenderla. La cultura también condiciona el comportamiento de un alumno
en clase, de manera que ciertas actividades pedagógicas pueden causarle
conflictos si tiene que modificar su comportamiento regular para poder
realizarlas.
A pesar de la
importancia que se le da a la motivación intrínseca de los
aprendices, en mi opinión muchas escuelas manejan el proceso de
enseñanza-aprendizaje desde una teoría conductista. Todos los
resultados de los estudiantes, en lo que concierne a su aprendizaje, son
medidos cuantitativamente, y los estudiantes reciben refuerzos positivos o
negativos dependiendo de si cumplen o no con las tareas que se les asignan.
Esta forma de medir las habilidades de un aprendiz hace que muchos alumnos se
enfoquen sólo en obtener buenas notas o en hacer un buen papel en clase
sin importar si aprenden la lengua o no. Incluso me he topado con alumnos que
se frustran y molestan si no reciben buenas notas en la clase, lo cual llega a
provocar que su motivación intrínseca disminuya aun más,
ya que posteriormente experimentan rechazo a dicha clase.
Por todo esto,
como señalé anteriormente, uno de los aspectos que más me
preocupan al enseñar una lengua extranjera es el poder motivar a mis
alumnos para que obtengan buenos resultados. Considero que es de mucha
importancia el ayudar a los estudiantes a desarrollar su motivación
intrínseca, ya que sólo así es como podrán aprender
no sólo una segunda lengua, sino cualquier conocimiento.
El semestre pasado
experimenté en Holy Cross el caso en el que algunos alumnos consideraban
que no era necesario aprender la lengua que estaban estudiando, que sólo
lo hacían por librarse de tomar cursos que tuvieran que ver con idiomas,
y que consideraban que el español sería lo más
fácil. Estos comentarios me hicieron reflexionar acerca del papel que
juega la cultura en la motivación intrínseca. Me di cuenta de que
para esos alumnos el español no es necesario ni importante, ya que en su
cultura no tiene gran estatus social, y entonces ni siquiera tenían
motivación extrínseca para aprenderlo.
En un principio,
pensé que desarrollar la motivación intrínseca en estos
aprendices era prácticamente imposible, y que al profesor no le quedaba
otra opción sino enfocarse en "premiar y reprender" a los estudiantes
por su actuación en clase. Sin embargo, ahora veo que sí es
posible hacer que los estudiantes desarrollen la motivación
intrínseca. El secreto está en cambiar su actitud hacia el
aprendizaje y el contenido de la clase.
Ya que no es
posible cambiar la forma de evaluación que en general las instituciones
educativas llevan a cabo, los profesores debemos enfocarnos en conseguir que
los aprendices cambien su percepción hacia el proceso de aprendizaje.
Debemos concentrarnos en hacer que las actividades que se lleven a cabo en
clase sean significativas para los aprendices y en despertar su interés
por el contenido de la clase. Sé que resulta difícil conseguir
enfocarse en las necesidades y actitudes de cada uno de los alumnos, pero creo
que es necesario que como profesores hagamos un esfuerzo por incluir
también los pensamientos, ideas, gustos y propósitos de los
estudiantes para que así sientan que lo que aprenden tiene valor para
ellos y les será útil en un futuro.
En
conclusión, considero que es importante crear una atmósfera en la
que los estudiantes se sientan respetados y conectados unos con los otros,
crear en los aprendices una disposición favorable hacia la experiencia
de aprendizaje, incluir las perspectivas e intereses de los estudiantes, y
hacer que los estudiantes sientan que aprenden algo que valoren y les interese.
Si tomamos más en cuenta estos aspectos, lograremos que los aprendices
obtengan mejores resultados y se sientan motivados para seguir aprendiendo.
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