Natalie De
Jesús, '14
Mujer Todopoderosa
Fui de regreso al
colegio. Tantas lindas memorias me cruzaban por la mente. Me sentía como
niña de nuevo. Miraba el edificio de ladrillos del colegio, el
estacionamiento lleno de carros y los seis autobuses pequeños que
transportan a los estudiantes a sus internados. Sentía que era un
día normal en el cual iba a la escuela para charlar con mis amistades y
hacerles la vida imposible a los maestros. ¡Qué mente tienen los
adolescentes! Solamente me hacía falta el uniforme espantoso que
consistía en una falda caqui (la cual mandé a una modista para
que me la pusiera corta), y mi suéter azul marino con el logotipo en
forma de cruz. Volviendo a la realidad otra
vez, estaba un poco nerviosa por pasarme el día observando a la
señora Aliali Belkus, consejera universitaria, maestra de inglés,
esposa, mamá, hermana, y amiga entre otras cosas (creo que no le hubiera
gustado que nadie se dirigiera a ella como señora, sino, como
señorita; todavía no llega a los cuarenta años). Mejor
dicho, con tan solo tres palabras, describo a la Señora Belkus: "Mujer
Todopoderosa." Estaba lista para observar
cuidadosamente la gran dedicación que la Sra. Belkus tiene para
encaminar a sus alumnos a la universidad. Vi el gran letrero de Notre Dame High
School y subí las escaleras hacia dentro. Entré esmeradamente a
la oficina de recepción. Estaba llena de alumnos que llegaron tarde,
(pidiendo disculpas para que no los pusieran en lista de detención),
maestros haciendo copias antes de clases y finalmente encontré a la Sra.
Belkus. Se veía muy atareada y cargaba pilas de correspondencia, pero me
saludó con mucho cariño. Eran las nueve de la mañana y
pensé que mi día comenzaba, pero la Sra. Belkus se
disculpó conmigo porque tenía que ir a una reunión con el
consejo de académicos (para comentar sobre cuestiones de calificaciones
y asuntos personales de alumnos). Lamentablemente yo no podía asistir.
No sé cuál era el daño de poder estar presente. ¿Me
veían cara de chismosa, o qué? Por lo tanto, me acomodé en
su oficina mientras la esperaba. Por fin, la
Sra. Belkus salió de su cita y brevemente respondió a los
mensajes de alumnos a través de "Facebook". Saliendo de una
reunión, tuvo que asistir a nada más ni nada menos que a otra
cita. ¡Qué día más frenético! ¿De
pronto le pregunté que si algunos de sus días eran
monótonos? Y ella luego respondió con una risita contenida
"¡Nunca! Ni los minutos son iguales". Sinceramente, no sé si
yo tendría la energía suficiente para comenzar un día con
tantos quehaceres, pero ella lo hace por el gran amor que les tiene a sus
alumnos. A las 10:40am; le llegó la hora para abrir sus cartas, intentar
corregir resúmenes de los alumnos y pegar nuevos carteles universitarios
en el tablón de anuncios. Mientras ella se ocupaba en eso, a mí
también me asignó un trabajo. "Yo tenía un asistente de
Americorps que me ayudaba con muchas cosas, pero ella ahora es maestra en otro
colegio" me dijo con una sonrisa. "Hoy me aprovecho de tu ayuda" (risa). Mi
trabajo era añadir las notas del examen "Explore" que sacaron los
estudiantes del segundo año en el sistema académico por
computadora. Estaba basada en ejercicios de inglés, matemáticas,
ciencia y lecturas. Aproveché cuando los alumnos estaban en clases para
preguntarle más a fondo sobre su dedicación a su
profesión. Su respuesta inmediata me pareció interesante: "Mis
padres son de la República Dominicana, pero yo nací y siempre he
vivido aquí (Lawrence, MA) y no tengo planes de irme tampoco. Mi cultura
dominicana me ha ayudado a conectarme con los estudiantes, y mi cultura
americana es la que me ha dado la ética de trabajo". Sin duda alguna, se
le notaba la ética de trabajo y su amabilidad con los alumnos.
Las mujeres poderosas pueden conquistar cada
obstáculo que se les presente, pero también les encanta
socializar. "De doce a una de la tarde, esto se vuelve un alboroto porque los
estudiantes del último año vienen con sus preguntas, gestiones,
chismes o simplemente para causar escándalo y darme dolores de cabeza"
me decía ella riéndose, cuando entraron cinco alumnos a su
área de oficina. Las muchachas se sentaron en su oficina para contarle
el gran chisme del día. Me acomodé más, y me puse a
escuchar las barbaridades que decían. ¿Sería cierto que un
alumno tuvo relaciones con la prima de su novia? ¡Qué
escándalo! Ella comentaba con las chicas sobre el asunto, y se
reían mientras los otros alumnos estaban ansiosos por tener aunque fuera
cinco minutos con ella. El tiempo pasaba y ella aconsejaba a los alumnos
mientras comía su merienda en su escritorio. ¡Wow! Ella ni
siquiera tenía tiempo para comer a solas y descansar. No sé
cómo ello lo hace, porque yo me hubiera derrumbado.
¿Cómo es posible ser consejera
universitaria, maestra de inglés, mamá y esposa? Claro, como la
mujer poderosa que es, todo es posible. La Sra. Belkus lo describió como
una parte de su trabajo que tiene sus aspectos positivos y negativos, "Mi
trabajo es técnicamente full-time, pero en verdad es mucho más
que eso. Las cosas positivas tienen mayor peso que las negativas. Tengo mucha
libertad aquí, puedo organizar comités para cualquier cosa y
hacer diligencias fuera del trabajo, pero lo más lindo es saber que mis
estudiantes desean lo mejor para sus familias. Me encanta ayudar a mi comunidad
latina; esta escuela es 98% de alumnos latinos. Con la educación, se
logra bajar las estadísticas de crimen; las personas viven mejor. Aunque
sí, es muy cierto, que extraño a mi único hijo. Es
difícil". Eran alrededor de las dos de
la tarde, y la Sra. Belkus se transformaba de consejera universitaria en
maestra de inglés. Preparaba sus materiales para sus alumnos del segundo
año. Me hice la idea de que el ambiente del salón iba a ser igual
que todos los que he visto, es decir, medio aburrido. ¡Qué
equivocada estaba! La Sra. Belkus usó sus poderes mágicos para
planificar una clase muy interesante. Anteriormente, ella les había dado
un proyecto de justicia social a sus estudiantes. Ellos tenían que
encontrar un problema en su comunidad que les interesara mejorar, como la
educación latina, embarazos en la adolescencia, la obesidad, etc. Se
relacionaba a un libro de literatura, All Souls, basado en los problemas de las
comunidades sin recursos financieros. A las dos y media de la tarde, los
veinticinco estudiantes entraron a carcajadas, haciendo ruido y hablando con
sus compañeros, mientras la Sra. Belkus esperaba pacientemente en medio
del salón. Me recordaba de mi tiempo en el colegio. Yo entraba igual que
ellos, siempre manteniendo mis conversaciones hasta que el timbre sonaba.
¡Cómo pasa el tiempo! Ahora estoy en la universidad, donde las
cosas son bastante distintas. Me sorprendí cuando todos los estudiantes
rezaron el "Padre Nuestro" en inglés, antes de comenzar la clase. Se
veían muy serios y respetuosos. Luego era tiempo para una prueba de
vocabulario y, a continuación, una discusión sobre los temas del
proyecto. La maestra caminaba de un lado a otro observándolos, usando su
poder mágico de "super visión", asegurándose que nadie
estuviera copiando. Uno a uno, los estudiantes se levantaban y entregaban sus
pruebas. Acabaron en media hora; faltaba media hora más para terminar.
Por quince minutos hablaron sobre sus temas de justicia social. Me
interesó el comentario de una niña en particular; ella le
comentó a la clase que una encuesta que había leído en el
internet decía que el 66% de las adolescentes latinas no usan
anticonceptivos por miedo de que sus padres se enteren de que están
teniendo relaciones. La Sra. Belkus y los demás compañeros lo
encontraron tan interesante como yo.
¿Quién hubiese creído
que yo iba ser la invitada especial del día, y que tuve que presentarme
enfrente de la clase para conversar con los estudiantes? Me senté en la
silla al frente del aula. Yo era el centro de atención y tenía
quince minutos para entretenerlos. Pensaba, ¿Cómo es que la Sra.
Belkus puede capturar su atención? Los saludé y al unísono
respondieron "Hi, Natalie". Me presenté como ex alumna de Notre Dame
High School y estudiante del primer año de Holy Cross. De repente
sentí confianza con ellos; sus sonrisas y atención me hicieron
sentir cómoda. Hasta unas carcajadas lograron sacar de mí.
Respondía a sus preguntas de cómo es la vida de una "college
student." Me enamoraron, no literalmente, pero metafóricamente, con su
energía positiva. Ya entiendo por
qué a la Sra. Belkus le encanta su profesión y cómo
logró ser una mujer "súper poderosa". Aunque sus días
están llenos de locuras y muchas responsabilidades, el amor de los
estudiantes basta para seguir delante. Por lo pronto, llegó la hora del
último timbre (justamente a las 3:30) y me despedí de la Sra.
Belkus. Enseguida ella se dirigía a una cita con un padre de uno de sus
alumnos. "Como ya ves, mi día no termina aquí," me dijo
riéndose. Me imagino que cuando llega a la casa retoma el papel de madre
y esposa, lo cual es más fatigoso todavía. La energía de
la Sra. Belkus y sus estudiantes no quedó en el colegio, sino que me la
inyectaron a mí; me abrieron los ojos para ver la gran importancia de la
educación latina y sé que puedo ser la próxima
súper-mujer. |