Emily Polacek,
'12
Con el paso de tiempo, ¿cambiamos o
nos quedamos iguales?
El otro, de
Jorge Luis Borges, es un cuento que presenta el tema del desarrollo personal
que cada persona inevitablemente experimenta a lo largo de su vida. Muy del
estilo borgiano, el autor trata dicho tema de una manera única y borra
las líneas entre la realidad y el sueño. El argumento
básico consiste en el encuentro entre el autor, el Borges adulto, y su
alter ego, el Borges adolescente. No obstante, el lector desconoce
dónde y cuándo tiene lugar el relato. Como siempre sucede en la
narrativa de Borges, la respuesta a estas preguntasquasi
retóricasno importa, pues lo realmente significativo es la idea
central del cuento. Con respecto a El otro, la idea que Borges intenta
transmitir al lector es que, aunque parezca que los seres humanos están
cambiando constantemente y que "el hombre de ayer no es el hombre de hoy", al
fin y al cabo siempre somos los mismos. En las páginas que siguen, vamos
a desarrollar cómo en el ya citado cuento de Borges y en el cuadro La
otra - éramos demasiado parecidos y demasiado distintos, de Laura
Delgado, existe una tensión entre la idea de que es posible cambiar y,
al mismo tiempo, permanecer iguales.
El cuento en
sí es una especie de paradoja y contiene un sinfín de
contradicciones. Así, por ejemplo, el Borges adolescente le pregunta al
Borges adulto: "¿Cómo anda su memoria?" El otro le contesta:
"Suele parecerse al olvido." Nuestros recuerdos nos ayudan a construir nuestra
identidad, pero no es una memoria perfecta. A veces nos olvidamos de detalles
concretos y nuestros recuerdos llegan a ser confusos, hasta transformar en
imágenes lo que deseáramos que hubiera sucedido. De alguna
manera, mirar hacia el pasado con una memoria parcial se convierte en una tarea
parecida a mirar hacia el futuro, en el sentido de que las dos acciones son
maneras inseguras de buscar la identidad. Si el lector da por sentado que en
El otro los dos Borges están soñando, entendemos el
sueño del adolescente consiste en conocer su futuro, mientras que el
sueño del adulto consiste en recordar el pasado. Al comienzo del cuento,
el Borges adulto dice: "Al fin y al cabo, al recordarse, no hay persona que no
se encuentre consigo misma." Aunque los individuos, a medida que maduran, van
cambiando y adaptando sus esperanzas para el futuro y sus reflexiones sobre el
pasado con su presente, lo que nunca cambia es su búsqueda de la
identidad.
A fin de cuentas,
la tensión entre la idea de que cambiamos y, a la vez, no cambiamos
surge explícitamente dentro del cuento, cuando Borges comenta que
"[é]ramos demasiado distintos y demasiado parecidos". El tiempo tiene
mucha influencia en lo que somos y en lo que seremos, y la comparación
entre las personalidades del joven y el viejo Borges lo confirma. El Borges
joven es un idealista que cree en "la fraternidad de todos los hombres". A
diferencia de su alter ego, el viejo Borges no siente una
conexión fuerte con cada ser humano, sino que se ha convertido en una
persona realista y escéptica. Piensa que la fraternidad de los hombres,
a la cual alude el joven, "no es más que una abstracción.
Sólo los individuos existen, si es que existe alguien". A pesar de que
Borges percibe la diferencia entre cómo era de joven y cómo es de
adulto, también reconoce que "no hemos cambiado nada". Tanto al Borges
adolescente como al Borges adulto les gustan los libros y el actor de escribir,
e, igualmente -como bien sabe el lector-, no volver al mismo lugar al
día siguiente.
Otra estrategia
literaria que utiliza Borges para que el lector entienda el significado del
cuento es la alusión. Al principio, Borges alude a Heráclito,
filósofo griego que afirma que el fundamento de todo está
en el cambio incesante ("Todo fluye, todo cambia, nada permanence").
Heráclito dijo que "en los mismos ríos entramos y no entramos,
somos y no somos". En otras palabras, el filósofo mantiene que no se
pueden repetir las experiencias vividas. Borges expresa su desacuerdo con esta
idea y niega la filosofía de Heráclito casi inmediatamente
después de mencionarlo, cuando declara: "Sentí de golpe la
impresión
de haber vivido ya aquel momento". Refuta su
filosofía una vez más, al final del cuento, cuando habla sobre
"ese mismo banco que está en dos tiempos y en dos sitios". A
través de estas dos oraciones, es evidente que Borges reconoce que su
propia vida se repite, aunque nunca exactamente.
La perspectiva de
Borges sobre la repetición es aplicada, de una manera más
extensa, a la historia del mundo entero. En otros términos, cuando el
Borges adulto cuenta lo que iba a sucederle en el futuro al Borges adolescente,
la mayoría de lo que narra tiene que ver con repeticiones de, y
comparaciones con, el pasado más lejano. Por ejemplo, le cuenta una
repetición cuando habla sobre las dos Guerras Mundiales: "hubo otra
guerra, casi entre los mismos antagonistas". No obstante, hace referencia al
hecho de que Hitler tenía mucho poder como dictador, lo cual era un
cambio significativo. Todo esto es una prueba de que si es posible repetir los
sucesos, esta repetición es variable, y que también existen
cambios de estas repeticiones.
Reprinted by permission of Laura Delgado
© 2009 Laura Delgado
El cuadro de Laura
Delgado, titulado La otra - éramos demasiado parecidos y demasiado
distintos, se inspiró en el cuento El otro y, más
específicamente, en la cita mencionada anteriormente. En el lienzo,
vemos a una chica dibujándose a sí misma sobre un fondo muy
oscuro. El fondo oscuro simboliza el sueño del cuento, o -mejor dicho-
el pasado vago y el futuro desconocido de los dos Borges. Por el contrario, el
fondo del dibujo establece un tono opuesto con un día soleado. La
"otra", o el alter ego de la chica que está dibujando, no es
notablemente diferente de la chica viva, aunque se hallan en dos emplazamientos
y momentos distintos. Esto es igual a la historia de Borges, en el sentido de
que el joven no es tan diferente del adulto.
Un elemento
importante que Delgado captura del cuento tiene que ver con la
metaficción, o -en su caso- la metapintura. El otro empieza con
el Borges mayor, un escritor, escribiendo sobre el acto de escribir acerca de
él mismo, las percepciones que "los otros" tendrán al leer su
historia personal y, finalmente, sus propios pensamientos al respecto.
Asimismo, Delgado, una artista, elabora una pintura de ella misma
dibujándose a sí misma. Es posible que tenga miedo de su
identidad, porque está tapándose los ojos para evitar ver el
producto de su autopercepción, y es posible que también tenga
miedo de la imagen que los otros puedan poseer de ella. En el cuento,
también puede que haya un elemento de tenerse miedo a uno mismo, porque
Borges nunca regresa al mismo lugar al día siguiente. Es posible que no
pueda aguantar encontrarse de nuevo consigo mismo. Es más, al igual que
en El otro, hay algo de ambigüedad en la pintura, en cuanto a
cuál de las dos chicas es la realsi es que en realidad hay una
más verdadera que otra.
Tanto la obra de
Laura Delgado como la de Borges tratan el tema de la identidad a través
de la metaficción y la metapintura, y también por medio de otras
estrategias literarias y visuales. Debajo de toda esta complejidad, que es
típica de Borges, el lector se entera del hecho de que el mensaje
fundamental indica que ciertamente no importa lo que pasa ni en el pasado ni en
el futuro, porque, aunque siempre mantenemos nuestra identidad fundamental,
también dependemos del efecto del tiempo en quiénes somos o
queremos ser. A fin de cuentas, nunca cambiamos para unas cosas, en cierta
manera, pero para otras sí. |